Por: Dr. Alonso Guido

Si lo que deseamos es que los alumnos, al momento
de egresar de la Universidad estén en condiciones de ejercer profesionalmente
con clara conciencia de su elevada misión en bien de la sociedad, debemos
discriminar a quiénes les será suficiente un aprendizaje adecuado a través de
cursos oficiales y quiénes requerirán estrategias docentes agregadas como
soporte al desarrollo moral de su personalidad. De este modo, la enseñanza de
la ética profesional no puede ser uniforme, como si se tratara de un curso más.
Ella debe estar centrada en la persona del alumno, previa evaluación de su
estructura moral, salud mental y de su entorno familiar y social.
Sumado a ello, el médico y, en general los profesionales
de la salud deben ser conscientes de la magnitud del problema y de las
condiciones de la sociedad a la que sirven. La nuestra, por ejemplo, afectada
por variables de subdesarrollo y pobreza, corrupción y violencia, ya señaladas,
imprime también su particular sello negativo a su trabajo profesional. Bajo estas circunstancias, las
instituciones de salud -pilares de la sociedad-han sido, unas más, otras menos,
afectadas por tales condiciones. Y ponen a prueba la responsabilidad de sus
profesionales para defender, con su comportamiento ético, tanto a la
organización hospitalaria a la que pertenecen, cuanto a sí mismos, del efecto
deletéreo de tales influencias.
Un profesor, reconocido por su ejemplar conducta y
calidad didáctica, contó en una reunión docente que al finalizar una clase
sobre ética profesional ofreció la palabra al alumnado para preguntas y
comentarios finales. Uno de ellos, con airada voz comentó «¿Cómo entender lo
que usted nos ha explicado sobre los valores de la medicina cuando en el
hospital donde hacemos prácticas vemos médicos que hacen todo lo contrario?».
Efectivamente, cómo superar el difícil trance de
«enseñar» ética en una escuela médica y confrontar al alumno con una diferente
«ética» en algunas instituciones de salud. Por ejemplo, recientemente los
medios de comunicación han denunciado a dos hospitales, en el primero por una
videograbación de colegas que en horas hospitalarias de atención se ausentaban
del hospital para atender pacientes en una clínica privada vecina; y en el
segundo, por denuncias formuladas sobre negociado de medicamentos entre médicos
y pacientes. Tal inconveniente, en realidad depende de lo que denominamos el
«Sistema Formador», conformado sistémicamente: «El enfoque sistémico permite
comprender que en toda conducta o reacción humana la causalidad no es lineal ni
obedece a un factor único, sino que, por el contrario, es determinada por una
variedad de factores provenientes de los diversos niveles del sistema en los
cuales el sujeto existe. En nuestro concepto de sistema formador, incluimos
como niveles a la familia, la sociedad, la universidad, la facultad de
medicina, las sedes docentes hospitalarias, el cuerpo docente, el cuerpo
administrativo y los alumnos. Todos ellos ejercen diversos grados de influencia
en el discente como ser humano individual.
¿CUÁL ES LA MEJOR MANERA DE ENSEÑAR
ÉTICA A LOS PROFESIONALES DE SALUD?
A diferencia de antaño, cuando DON GREGORIO MARAÑÓN AFIRMABA QUE NO SE REQUERÍA, PORQUE TODO AQUEL QUE
ESTUDIARA MEDICINA POR VOCACIÓN ERA UN INDIVIDUO DE TEXTURA MORAL INTACHABLE,
hoy se acepta que tal empeño resulta fundamental, particularmente en el campo
de las ciencias de la salud, en las que el profesional debe tomar decisiones no
sólo sobre el bienestar sino sobre la vida del paciente, en una relación en la
que ambos deliberan conjuntamente sobre la mejor opción a la luz de los valores
morales en juego.
Debemos comprender que el ser humano practica los
valores que ha recabado y aprendido a lo largo de su vida, aplicándolos en
diversas fases de su vida, incluyendo la actividad profesional. No es de
extrañar entonces, que, en el tiempo actual, la enseñanza de la ética en las
escuelas de medicina y enfermería, se convierte en indispensable, debido a la
falta de una formación ética familiar y social. Es entonces que la difícil
tarea de sensibilizar a individuos casi formados, respecto a la ausencia de
valores éticos en su comportamiento, indispensables para el desarrollo de la
profesión que han decidido aprender y ejercer se convierte en una tarea
titánica para los profesores, algunos de los cuales tienen el mismo problema
(ausencia de valores éticos en su comportamiento), lo que repercute gravemente
en la relación médico-paciente, y en sus consecuencias.
Recordar que “una
mala persona puede ser medico o enfermera, pero nunca se comportara como un
BUEN médico o enfermera”
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